A medida que pasan los años, la tecnología sigue mejorando de manera torrencial, alcanzando puntos inimaginables. Los avances que esta ha logrado no solo han traído beneficios, sino también infinidades de obstáculos y retos para la sociedad actual. Uno de los mejores y más grandes ejemplos del desarrollo masivo que ha tenido la tecnología en los últimos años es Sophia, un robot humanoide creado por la compañía Hanson Robotics y que en 2017 recibió el título de ciudadana saudí, convirtiéndose en el primer robot en recibir la nacionalidad de un país (Cristancho, 2018). Este acontecimiento trajo repercusiones a la hora de determinar su posición como ciudadana, ya que entraron a debatir interrogantes cómo ¿Es Sophia realmente una persona? ¿Deben otorgarle derechos humanos a Sophia? Sin embargo, es imposible otorgarle derechos humanos a una máquina, pues esta carece de las características básicas que identifican a una persona.