Por lo general, son los conservatorios y las escuelas de música las instituciones encargadas de los procesos de formación académica inicial y profesional en las líneas instrumental, teórica y técnica. Es requisito para acceder a este sistema de formación musical académica el contar con aptitudes personales evaluadas por medio de instrumentos específicos. Los instrumentos utilizados para la selección de ingreso de candidatos siguen las pautas estructurales del currículo musical centrado en la evaluación de competencias tonales, rítmicas e instrumentales, el cual excluye a quienes, dentro de esta escala, se consideran arrítmicos, atonales y de bajo desarrollo motor, sin que se les ofrezcan posibilidades de formación musical acorde con sus aptitudes “disfunsivas”. La exclusión generada por las pautas de la formación académica musical, centrada en los talentosos, y su incapacidad para incluir a los que no han desarrollado su talento musical, amerita buscar soluciones acordes con las condiciones específicas de este segundo grupo con el propósito de desarrollar una creación musical según sus posibilidades rítmicas, melódicas y compositivas.Esta fractura disciplinar y social, tanto de costumbres musicales como de producción teórica, sugiere, en este caso, analizar las categorías principales que constituyen la teoría de la inteligencia musical propuesta por Gardner con el propósito de ampliar el espectro tradicional del aprendizaje y la práctica musical hacia niveles de comprensión que la hagan asequible a otros grupos humanos interesados en ella.