En el año 2002 se concreta un sueño académico que durante más de un lustro se había fraguado en la Universidad CES de Medellín: tener un programa de psicología en el que confluyeran una profunda formación clínica y una amplia gama de acciones e intervenciones en lo social. Aunque existían varios programas de psicología en la ciudad, se identificó que esta confluencia, unida a una perspectiva de salud pública, era necesaria para el medio. El Psicólogo del CES se proyectaba como aquel que tuviera una formación académica con impactos evidentes en el medio y que generara alternativas de transformación en las personas y en los grupos con los que trabajara; lo cual, por principio, habría de partir de lo clínico, como método, como conocimiento y como estrategia. De ahí, la necesidad de que los estudiantes tuvieran una clara y amplia formación en lo clínico, y que ello deviniera en acción concreta, con personas y con grupos humanos reales. Se abría una nueva ruta en una institución que durante 25 años se había dedicado a la formación de médicos y odontólogos, y que encontraba en la psicología un discurso integrador y generador de alternativas de desarrollo, con miras a los nuevos retos que la llegada del Siglo XXI, imponía a las Instituciones de Educación Superior en Colombia.